miércoles, 2 de diciembre de 2015

Conceptos exclusivos de la secta islámica Comunidad Ahmadiyya, con sede mundial en Londres.


El concepto de la “Yihad” en el Islam

A causa de los actos de determinados elementos extremistas, el mundo occidental tiene un concepto equivocado de la “Yihad” (o Guerra Santa). La palabra “Yihad” evoca la imagen de una banda de fanáticos religiosos, con largas barbas y mirada fiera, con las espadas desenvainadas  y  dispuestos a atacar a los infie­les.
“Yihad” en la terminología islámica significa realizar un esfuerzo, comprome­terse y perseverar por una causa noble. A lo largo de los siglos, este significado de “Yihad” ha ido perdiéndose o al menos se ha ido diluyendo. La crítica situa­ción actual del mundo islámico exige revivir y reconsiderar el verdadero signifi­cado original de “Yihad”.
La “Yihad” se divide en dos categorías. La primera y mas importante es la de­nominada “Yihad-e-Akbar”. Es ésta la “Yihad” contra el propio ego, el esfuerzo frente a las malas inclinaciones y tentaciones: es la lucha por la purificación del alma. Esta es la “Yihad” más difícil y, por tanto, en términos de recompensa y bendiciones espirituales se corresponde con la categoría más elevada de “Yihad”.
La segunda se denomina “Yihad-e-Asgar”. Esta es la “Yihad” de la espada. Se trata de una “Yihad” comunitaria y presupone determinadas condiciones especí­ficas. El Corán habla única y exclusivamente de la lucha justa contra aquellos que tomaron antes la iniciativa de atacar a los musulmanes, sólo en defensa pro­pia. Esta es la condición establecida en los otros versículos del Santo Corán que tratan de este tema. El así llamado versículo de la espada en la escritura islámica, es frecuentemente citado fuera de contexto pretendiendo afirmar que inculca una masacre indiscriminada de los no creyentes. Las palabras coránicas matadlos dondequiera que los encontréis se aplican únicamente a los casos en los que el enemigo fue el primero en atacar a los musulmanes y se refiere a aquellos no creyentes y adversarios que rompieron sus firmes pactos y juramentos previa­mente establecidos con los musulmanes. No son aplicables en ningún caso a las guerras y batallas no provocadas. La interpretación de estos versículos de cual­quier otra manera supone hacer una parodia de los elevados ideales del Islam. No existe un sólo ejemplo en la vida del Profeta del Islam en el que ofreciera a nadie la alternativa entre el Islam o la espada.
Los medios de comunicación occidentales y también muchos eruditos ignoran a menudo la distinción entre estos dos aspectos de la “Yihad”. Debe recordarse que el Santo Corán no hace de la “Yihad”o la “guerra santa” un artículo de fe. Las tradiciones y declaraciones del Santo Profeta la convierten en una fórmula para el esfuerzo personal activo que de manera incorrecta aunque frecuente tiende hacia una expresión militante. El terrorismo actual es totalmente contrario al espíritu auténtico de la “Yihad” islámica.
Por lo tanto, la presentación del Islam como una religión bárbara  y cruel que se da a si misma el derecho a causar destrucción material y sufrimiento humano injustificado con el pretexto de la autoridad divina, no tiene nada que ver con el verdadero Islam que encontramos fundamentado en el Santo Corán y en los pre­ceptos originales del Santo Profeta Mohammad (la paz de Dios sea con él).

La paz y las relaciones internacionales en el Islam

Entre los atributos de Dios, el Santo Corán menciona que Él es La fuente de paz y Él que otorga la seguridad (59:23). Por tanto, el establecimiento de la paz y el mantenimiento de la seguridad debe ser el objetivo permanente de todos los mu­sulmanes y no musulmanes por igual. Todo propósito y actividad que atenta con­tra la paz es severamente condenado por el Islam. Hay mandamientos específicos a este respecto en el Santo Corán:
“Y no creéis el desorden en la tierra.” (7: 56)
“No cometáis iniquidad en la tierra causando violencia.” (7:57, 11:86, 29:37)
Las actitudes perversas y perjudiciales hacia los demás son condenadas en mu­chos otros versículos y se ordena repetidamente a los musulmanes a trabajar por la paz con plena dedicación.
El Islam llama la atención hacia aquellos factores que suelen alterar o destruir la paz y el orden y los reprueba enérgicamente. El dominio de un grupo por otro en la esfera domestica, o de un pueblo por otro en el ámbito internacional es una causa importante de alteración de la paz y por tanto es rotundamente condenado. La explotación económica de un pueblo o una nación por otra, conduce inevita­blemente a la dominación por parte de los explotadores y origina una amenaza potencial para la paz. El Santo Corán prohíbe tal explotación y afirma que una economía basada en dicha explotación no puede generar consecuencias beneficiosas ni puede perdurar.
El Islam proyecta una asociación de estados fuertes y estables unidos en alianza con el propósito de promover la paz, la libertad de conciencia y el bienestar humano. Los tratados y pactos entre naciones han de establecerse en términos claros que no deben ser eludidos o rechazados con la tentación de asegurarse al­guna ventaja. En caso de dificultades o disputas, se considera deber de los mu­sulmanes llegar a acuerdos y ajustes pacíficos.
El Santo Corán, además, enseña que Dios ha enviado Su Revelación a todos los pueblos y en todas las épocas. Muchos de los Profetas del Antiguo Testamento son mencionados por su nombre, al igual que Jesús; quien, al igual que otros pro­fetas, es honrado y reverenciado por todos los musulmanes. Ciertamente, el Co­rán exige creer en la verdad de todos estos profetas, siendo así el Islam único y distinto a otros credos al exigir la creencia y respeto hacia todos los profetas dondequiera que hayan aparecido. Así establece la reconciliación entre los segui­dores de todas las diferentes religiones y credos y crea las bases del respeto mu­tuo entre ellas. Dice el Corán:
“Ciertamente, aquellos que han creído, y los judíos, y los sabeos, y los cristianos, y quienes crean en Al-lah y en el Ultimo Día, y practiquen las buenas obras, sepan que el temor no recaerá sobre ellos ni serán afligidos.” (2:70)
El mismo mensaje se repite en el versículo 5:10. Se afirma con insistencia en el Santo Corán la unidad básica de los seguidores de todas las religiones. De nuevo, el fomento de la discordia y desunión que producen factores como el terrorismo no tienen cabida en el Islam.
En el terreno de los asuntos internacionales, la religión y las relaciones interreli­giosas ocupan una posición importante. Por desgracia, se presta poca atención a este aspecto de las relaciones humanas. Se asume que la religión es un tema pri­vado de cada individuo y que, por tanto, no tiene una conexión directa con los aspectos sociales o políticos de la vida. Esta suposición no está justificada. Siendo el Islam una religión igualitaria, no constituye simplemente una fe personal sino que conforma un conjunto de código de valores y conducta que influye en todos los aspectos de la vida del creyente. Pensamos que el Islam es y será un factor vital en las relaciones humanas, y mantenemos la esperanza de que promueva progresivamente, de manera cada vez más efectiva,  la unidad y el acuerdo entre los seres humanos.

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